CULTURA PODRIDA
Para no perdonar
Le perdonamos a Chaplin su interés por las niñas, con las que llegó a casarse. Fue acusado de pedofilia. Le disculpamos también su manera de difamar a los romaníes en ese film, absolutamente reprobable, que tituló «El vagabundo». Yo le acuso de anti-gitanismo.
Le perdonamos a Picasso su modo de usar y maltratar a las mujeres. Lo denunciaron por eso. Se habló también de relaciones turbias con menores.
Le perdonamos a Lorca que, habiendo utilizado el tema de los gitanos, echara pestes de ellos en las cartas a sus amigos íntimos.
Le perdonamos a Buñuel el modo infame que tuvo de denigrar, desde la falsedad calculada y la manipulación de las imágenes, la realidad del mundo rural-marginal en «Tierra sin Pan», su impostura sobre Las Hurdes.
Se le perdona a Antonio Machado, el poeta, que, en Soria, sedujera, entre verso y verso, a una menor muy menor, Leonor Izquierdo. Se casó con ella cuando la niña había cumplido los 15 años. Leonor murió tres años después.
Le perdonamos a M. Jackson, el músico, y a R. Polanski, el cineasta, sus abusos sexuales a menores.
Le perdonamos a Paganini, el violinista genial, que hubiera matado a su esposa.
A otro nivel, se le perdona todo a un futbolista, dado a excesos narcisistas resueltos en agresiones y ultrajes a mujeres y también a hombres, porque nació en un barrio muy pobre y se entendía bien con el balón. Se llama Metadona, o Maradona, no sé, que nunca me interesó mucho.
Se le perdona todo a gentes del espectáculo, del arte, de la música… Son como el Rey Emérito y sin mérito: mientras otros acaban en la cárcel por caer en la delincuencia alimenticia, estos se arrojan al estupro y a la perversión sabedores de que no les pasará casi nada.
En Argentina, un grupo rock de culto dio un concierto en su local bonaerense en el que, por un incendio, murieron 194 personas y casi 1500 resultaron heridas. El batería quemó viva a su compañera. No obstante, sigue contando con el aplauso y con el culto.
Etcétera, etcétera, etcétera.
Está tan podrida la Cultura que para aspirar a destacar en ella hay que ser un homúnculo desalmado.
Yo, que no castigo, tampoco perdono…
Prefiero lo in-culto, lo no-labrado, las tierras sin dueño y a salvo de la azada, los bosques salvajes, las gentes sin títulos académicos, los creadores que no van de artistas y los artistas que tampoco van de artistas.
Nuestra cultura es una cloaca, una alcantarilla, un charco infecto. En esas aguas negras realizan sus cruceros patéticos nuestros Famosos Perdonados.
http://www.pedrogarciaolivo.wordpress.com

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