Archivo de Creación

AUTO-ANIQUILACIÓN DE LAS ARTES

Posted in Activismo desesperado, antipedagogía, Archivos de video y de audio de las charlas, Autor mendicante, Crítica de las sociedades democráticas occidentales, Desistematización, Proyectos y últimos trabajos, Sala virtual de lecturas incomodantes. Biblioteca digital with tags , , , , , , , , , , , on agosto 13, 2022 by Pedro García Olivo

LA MÚSICA CLÁSICA COMO EXPONENTE

1) Y Joseph Beuys aparece en la sala donde exponía sus creaciones con una liebre muerta en sus manos y todo embadurnado de grasa. Procuraba explicarle a la liebre cadáver el sentido de sus obras.

Era aviador al servicio de los nazis cuando fue derribado; y gentes de una etnia nómada lo recogieron, lo embadurnaron con grasas animales, lo llenaron de plumas y lograron salvarle la vida. Beuys se alejó del fascismo y colaboró con movimientos de signo opuesto. Nunca se olvidó de aquellas personas “primitivas” que lo extrajeron de la muerte, circunstancia que aparece en muchos de sus trabajos.

Quizás la liebre muerta sea el público, que nunca entenderá ya nada; el artista embadurnado es un superviviente por milagro, casi un difunto andante; y la obra es lo que menos importa e interesa, pues, no agradando a los espectadores, se erige también en un objeto de desprecio para su creador.

Beuys, como tantos otros “operadores estéticos”, se iba despidiendo del arte, en el que ya no creía.

Recalando en el gesto del piloto y creador ex-nazi, P. Sloterdijk ha sostenido que “el arte está en barbecho”:

“El arte se repliega en sí mismo. Esto equivale a una retirada a sus propios dominios, al refugio fuera del mundo. El arte, sin embargo, reduce su frente en el mundo, reduce su superficie de contacto con el resto del negocio artístico. Da un paso atrás desde el frente expositivo. Examina si estaba bien aconsejado al precipitarse a la primerísima línea de visibilidad. Reflexiona sobre su alianza con las maquinarias de publicación museísticas, galerísticas, publicitarias (…).

¿Qué puede significar llevar en este momento obras al frente expositivo, ahora que el tiempo pertenece al cuestionamiento de la producción por sí misma? ¿Cómo se podría simular la felicidad de ser capaz de crear, cuando hace tiempo que quedó claro cómo la libertad de obra fue rebasada por la imposición de reclutar la creación y valorizarla materialmente? El arte, ya se decía hace una década, abandona la galería, se va al campo, va a la gente. Se debería haber dicho: busca lo libre y desea otro espacio de juego para la felicidad de interrumpir la infelicidad (…). Reclama testigos, no propietarios (…) para que su voz pueda ser de nuevo un salto puro, una flecha de felicidad (…).

Con su declaración de abandono del arte, Beuys ha devanado el sueño vanguardista de la disolución del arte en la vida (…). Quizás haya que poder fracasar como artista para avanzar como ayudante de la felicidad. Quizás deban descansar incluso los mismos poderes creadores de obra como terrenos ya demasiado explotados durante largo tiempo (…).

Estar en barbecho y esperar es una aventura imprevista para objetos artísticos acostumbrados a la valorización. Replegarse en sí mismas, y no entrar en la historia de arte en la forma más elevada, es la treta para la que menos preparadas estaban las obras de arte hambrientas de reconocimiento. ¿O es que ya están más preparadas para ello de lo que se podía intuir en el momento de su factura? El arte está en barbecho. La gente simplemente pasará al lado, una tenue brisa de atenta desatención soplará entre las piezas”.

Redundado en este asunto, que se ha nombrado “ocaso de las obras”, “muerte del arte”, “huelga o silencio de los creadores”, J. C. Argan, en “El arte moderno”, presentaba una caracterización más precisa de la coyuntura estética:

“Es explícita y clamorosa, tanto en América como en Europa, la ruptura definitiva, la negación del artista a hacer de artista. El fenómeno que globalmente se conoce con el nombre de “arte povera” es un aspecto del más vasto fenómeno de protesta. Las actitudes son radicales. No se debe realizar la obra de arte porque es objeto; en una sociedad neocapitalista o de consumo, el objeto es mercancía, la mercancía riqueza y la riqueza poder. Incluso una obra de arte violentamente agresiva e ideológicamente intencionada sería inmediatamente absorbida y utilizada por el sistema (…). Ninguna técnica organizada se tiene que poner en práctica, pues todas son instrumento del poder, y tampoco ningún tipo de lenguaje, porque también el lenguaje es un género de consumo, una mercancía.

Hay que rechazar todo el arte del pasado, pues, por su sometimiento a técnicas organizadas, en vez de realizar la plenitud de la experiencia estética, la ha reprimido sistemáticamente. El hecho estético quiere ser solamente un “suceso” en un mundo en el que, al tener que ocurrir todo según los programas preestablecidos, se está perdiendo el sentido del suceso (…). Pero, incluso la intencionalidad estética del suceso-espectáculo o del espectáculo como happening, ha ido desapareciendo también de las más recientes manifestaciones. Declarar estético un suceso significa reconocer que realiza una intencionalidad, que presenta un valor, significa juzgarlo y vincularlo a la historia. Y precisamente eso se intenta evitar, dado que la historia es historia de la civilización y toda la civilización es represión de los instintos vitales”.

Tanto Sloterdijk como Argan se entregan a una suerte de optimismo rebajado y sueñan futuros para el arte. De ahí el título del artículo del alemán (donde hay barbecho hay esperanza de una nueva siembra, de ulteriores germinaciones) y el último párrafo del estudio del italiano:

“¿Hasta qué punto la huelga a la ultranza de los operadores estéticos priva a la sociedad “opulenta” de algo que quiere y necesita? ¿No se le niega, por el contrario, algo que no quiere y de lo que no sabría qué hacer?”.

Pero, más allá de estos discursos a fin de cuentas social-conformistas, nos quedan la liebre muerta de Beuys, la rueda de bicicleta y el urinario de Duchamp, los creadores que destrozaban sus obras nada más concluirlas, los escritores que quemaban sus libros… Y nos quedan mis queridos “inspiradores”: los autores anónimos de libros que se han perdido. No firmaban sus obras y tuvieron la suerte de que se perdieran…

2)

A lo largo del siglo XX y, particularmente, en la segunda mitad de la centuria, la forma tradicional de hacer música clásica entra en una crisis definitiva. En el plano técnico, se percibe un agotamiento, un cansancio de repetir siempre las mismas fórmulas, semejantes parámetros, un hastío de reiterar lenguajes caducos. En el plano estético, incluyendo aquí la reflexión histórico-social y filosófica, los músicos desatan una voluntad de crítica, una disposición denegadora, una suerte de rebeldía ante lo establecido y el curso de las cosas en la contemporaneidad occidental: guerras mundiales, holocaustos, etnocidios, opresiones sociales y políticas, hegemonía del mercado y del consumo, maquiavelismo de los Estados, surgimiento de una “industria cultural” que degrada el Arte y lo lleva al almacén de las mercancías y de las demagogias, etc.

Pareciera que la llamada “música culta” inicia un proceso de auto-aniquilación, cuestionando todas sus categorías fundacionales y desasiéndose de ellas. Este es el sentido de las vanguardias, de esa especie de “carrera hacia el silencio” que parte de la atonalidad y pasa por la dodecafonía, el serialismo, la música aleatoria…, hasta desembocar en las provocaciones y renuncias a la creatividad de J. Cage y su escuela.

Antes de esta deriva suicida consciente, los compositores revueltos contra la tonalidad y la armonía clásicas, contra la obra estructurada y las escalas cromáticas consagradas, buscaron vías de escape o de superación. El giro hacia lo popular, el énfasis expresionista, las transacciones deconstructivas con la tradición musical, etc., pueden entenderse hoy como una suerte de “conjuro” contra ese apetito de desaparición que haya precisamente en Cage, con su escrito “Silencio”, su mejor exponente.

Donde la opresión política maniataba a los creadores, como en la URSS, surgieron también, no obstante, obras disonantes, fruto de la tensión entre la exigencia de un sometimiento a la tradición y los anhelos de ruptura e innovación. Prokofiev y Shostakovich son exponentes mayores de esta obediencia díscola. En cine, encontramos a Mevdekin, con su filme “La felicidad”, autor injustamente considerado “estalinista”. En lo concerniente a la escritura, yo siempre recuerdo a I. Babel, con su “Diario de 1920”; pero este autor no fue tan hábil en el funambulismo de componer bajo el régimen soviético y fue fusilado. “El modo en que llevamos la libertad es horrible”, llegó a escribir en referencia a las campañas polacas del Ejército Rojo…

3)

Este auto-cuestionamiento radical no se dio solo en el campo de la música. Afectó a casi todas las esferas de la creatividad humana.

En las artes plásticas, irrumpieron las vanguardias, que desembocaron en aquella “huelga de los operadores estéticos” ya mencionada.

En la escritura, M. Blanchot, R. Barthes, J. Derrida y otros empezaron a demoler el concepto de Obra Literaria, apostando por textos discontinuos, irregulares, fragmentarios, interrumpidos… Avalaban la idea de una “ausencia del Libro” y en ocasiones apuntaban también al silencio: “Necesidad de la palabra para poder callar”, nos dijo E. M. Cioran.

 En filosofía se desestimó la “voluntad de sistema” y el pensamiento tendió a hacerse puntual, local, sectorial, casi minimalista. Se deconstruyeron asimismo los modos clásicos de exposición.

Etcétera.

4)

¿En qué parece haberse resuelto todo esto? A la bella insumisión de los artistas críticos y auto-críticos, a la desesperada, destructiva y autodestructiva insurgencia de las vanguardias, a los gestos negativos y auto-denegativos de los creadores ha sucedido una irrelevante inmersión en las aguas negras de la “industria cultural”, cloacas del arte frecuentadas por las ratas del eclecticismo, del neoclasicismo y otros “revivales” estéticos, incluidas las ya agotadas vanguardias; autores desaprensivos capturados por la racionalidad económica y burocrática, componiendo para el Mercado y las Administraciones y solicitando su apoyo como mendigos a las puertas de la Iglesia. Pero sin la dignidad del mendicante verdadero, por supuesto.

Y tenemos “intérpretes” musicales, pero ya no “creadores”; “profesores de filosofía” en lugar de “filósofos”; “críticos del arte” incapaces de componer un poema o pintar un cuadro; rebaños de “escribidores” facilones en vez de “escritores” conscientes de la dificultad de su labor…

Quiero presentar aquí algunas de estas músicas fugitivas, contestatarias, rupturistas, terriblemente honestas en su camino hacia el abismo. Para mí, hacen también parte de las “músicas aplastadas”, como el flamenco oral, las tradiciones musicales de los pueblos indígenas, la creatividad comunitaria de los nómadas y de los rural-marginales, los sonidos recónditos de África y de Oriente, etcétera.

Dodecafonías y otras rupturas

A. Berg, Suite lírica

https://drive.google.com/file/d/1hTRdUDpwrr6qoc_gveJ4bvp1igoVf6NI/view?usp=sharing

Webern, Bagatelas

https://drive.google.com/file/d/11Tn0g43p0KzFcuUZeAsofgCK7lqgWpOU/view?usp=sharing

https://drive.google.com/file/d/164pOIfa5gr_z93m6r5IPCbLUSskeaWXn/view?usp=sharing

https://drive.google.com/file/d/1RgsdPGYp-iKyMomxgO4WSimRxPdtOFs7/view?usp=sharing

https://drive.google.com/file/d/17g8nH12reAZIiDqKiz6GMNpSDY7kR5E5/view?usp=sharing

https://drive.google.com/file/d/1VgdAbN_MxhiL4Cbea-_oI4M2WR7Fqs_o/view?usp=sharing

https://drive.google.com/file/d/1P6U8y3dDcdnM3GdJIFceeJHXP2FUXkDK/view?usp=sharing

https://drive.google.com/file/d/1-t6Zvk6aVuV8eaxAbzadizXDRRiKE88p/view?usp=sharing

Boulez, Figuras, Dobles, Prismas

https://drive.google.com/file/d/15oEHHdRts4sFaUCSLX6YmVaWxHsd6jmq/view?usp=sharing

Fuga hacia lo popular

Kurt Weill

“Bilbao”

https://drive.google.com/file/d/1dL5YzpallVqlPJc25WrPRQzYFHYeCWBa/view?usp=sharing

De “La ópera de tres centavos”

https://drive.google.com/file/d/1adY1er-ruwB1Q-SgjxpeKXcQQfFefv1w/view?usp=sharing

Otros temas de Kurt Weill

https://drive.google.com/file/d/1VBVkkhCK-qy7GBKjdUjDPbqpSJ0jr3w6/view?usp=sharing

https://drive.google.com/file/d/1e8WDnalWoDmA78RfIjN2bCbZ7VnU5mN6/view?usp=sharing

Luciano Berio

Canciones folklóricas. Armenia

https://drive.google.com/file/d/1tTP0001LhP-bqZNsucIOyAboHcwDVLov/view?usp=sharing

Canciones folklóricas. Italia

https://drive.google.com/file/d/1E_dvM3ImkFP1D8SQ_LPSwSR7nANU9TMQ/view?usp=sharing

Canciones folklóricas. Sicilia

https://drive.google.com/file/d/1V8GFUnyrIQlhVpaAA-YpT-GAIJiTbIW1/view?usp=sharing

Béla Bartók, Canciones populares rumanas

https://drive.google.com/file/d/1MZMhySgb0Kjz5XslvtiabcW4banA9jGP/view?usp=sharing

Fauré, La pavana

https://drive.google.com/file/d/1PPxvginnpmjdIzUAIQk3HS1P47joDDau/view?usp=sharing

A. Segovia. Malagueñas

https://drive.google.com/file/d/1Ufkvbkv1eQ9MyC5-uDfSinHFghKk1Sz7/view?usp=sharing

Gershwin, Rapsodia en azul

https://drive.google.com/file/d/1mgCNT29SbUuElpFweSWt468oxD8FumiG/view?usp=sharing

Deriva expresionista

Penderecki. Réquiem por las víctimas de Hiroshima

https://drive.google.com/file/d/1Gpru8cm4_PZ7qt61LHNPNqWIhDJdQgiO/view?usp=sharing

Schoenberg. Pierrot lunar

https://drive.google.com/file/d/1MocMTkwLHgfQpHiZtzBHeJ-1O_pNi_My/view?usp=sharing

Desde lo serial a lo aleatorio y el silencio

Penderecki. Octandre for flaute, clarinet, oboe

https://drive.google.com/file/d/1N4FA8Fk7VIoUqi992z7B5nO7JjfLq1Gs/view?usp=sharing

Cage. Atlas eclipticalis

https://drive.google.com/file/d/1j9wJiuDXmtVJIBP8lt8sww_RVcueo98e/view?usp=sharing

Cage. She is aleep

https://drive.google.com/file/d/1n7OupqObC7dc6UEx–dofqqvqvFObGPF/view?usp=sharing

Stockhauser. Makrofonie I

https://drive.google.com/file/d/1Xg_-sONb1ASNF7RhS2eLG6rCxBIwfNOf/view?usp=sharing

Disrupciones soviéticas

Prokofiev. Obertura sobre temas hebreos para clarinete

https://drive.google.com/file/d/1m4u2L5YoJh03gwzvX7pOs-GGSrkb8VVS/view?usp=sharing

Prokofiev. Sonata núm. 8

https://drive.google.com/file/d/1zvdGECxXSVtYoV6DFFlDZLu94fAguava/view?usp=sharing

Shostakovich. Concierto para piano y violín 1

https://drive.google.com/file/d/1ISNslteeUNaqanlYVPOEN7aw-jDCWLom/view?usp=sharing

Shostakovich. Concierto para piano y violín 2

https://drive.google.com/file/d/1Bk9LSzd-xXCH0yc_ED-2NpsH5RmvXVTw/view?usp=sharing

http://www.pedrogarciaolivo.wordpress.com

Alto Juliana

UN MUNDO SIN ARTISTAS. Lírica de la Vida

Posted in Activismo desesperado, Crítica de las sociedades democráticas occidentales with tags , , , , , , , , , , , , , , , on febrero 13, 2018 by Pedro García Olivo
De las civilizaciones basadas en la esclavitud social, como la euro-norteamericana, no cabe esperar el anonimato creativo, la colectividad forjadora, una suerte de estética natural que ahuyente, por un instinto de higiene del espíritu, al individuo devorador, al comercio fracturante y a la política opresiva. De las culturas asentadas en la explotación siempre cabe esperar «artistas». Cabe esperar, además, si seguimos la sugerencia de Boris Groys, «artistas como Stalin»…

1.
La concepción misma del “artista” occidental (escritor, pintor, escultor, músico, actor,…), contra la que con tanta insolencia se batiera Marcel Duchamp, y que admite no obstante una cierta diversificación interna, una especificación que va desde el “neobohemio” que sueña con escapar de la servidumbre laboral (vivir de su arte; y no como empleado del Estado, profesional de otra cosa o mero asalariado), al “creador a tiempo parcial” que compensa la humillación de su adscripción al aparato productivo con unas cuantas horas arrancadas al día para su obra, pasando por figuras emergentes, y tampoco desprovistas de interés, que apuntan a un nuevo “ascetismo” (autores que viven modestamente en provincias, en el medio rural, en países pobres o baratos,…; y desde ahí envían sus trabajos a los núcleos ciudadanos de la cultura, editoriales, galerías, etc.); esa concepción “occidental” del artista, que comporta invariablemente una renuncia al anonimato (soberbia de los nombres propios) y casi también a lo colectivo, que parte de una sacralización del autor como ser tocado por el privilegio del talento, de la inteligencia, de la imaginación o de la creatividad ‭—‬persona siempre excepcional, aunque en ininterrumpido celo vulgar de prestigio, de reconocimiento, de aplauso…‭—‬ y que produce una curiosa fauna de hombrecillos estrambóticos, distintos por fuera e iguales por dentro, todos narcisistas, todos patéticamente enamorados de sí mismos, todos endiosados, muchos idiotizados; esta manida concepción del Arte y del artista se globaliza en la actualidad, acabando con formas ‘diferentes’, y no-occidentales, de entender y de vivir el hecho estético: concepciones que giran aún en torno al anonimato del creador, o a la suma de incontables esfuerzos individuales en la génesis de una obra que termina siendo “de todos y de nadie”; que remiten más a la figura humilde del “artesano” que a la figura chillona del “artista”; que frecuentemente se imbrican con funcionalidades de orden extraestético, ya sea religiosas, económicas, educativas,…; que no se compatibilizan bien con la lógica capitalista de exhibición, mercantilización y ‘entierro’ en museos; etc., etc., etc.

De África, de Asia, de las reservas indias, de los ghettos, del Amazonas,…, nos llegan hoy artistas “a lo occidental”, con sus obras rentabilizables (vendibles, consumibles) debajo del brazo. A su lado, los creadores anónimos, las factorías populares, las formas tradicionales de producción de objetos estéticos, etc., tienden a extinguirse. Se diversifica así el resultado (obras y artistas con otros ‘formatos’, otras referencias, otras connotaciones…), pero en el sometimiento a Lo Mismo estético, sometimiento a las categoría y a los usos occidentales. ¿Y si la misma idea de “estética”, de “obra de arte” y de “artista”, no fuera más que una acuñación occidental, un capricho o una manía de solo un puñado de hombres sobre la Tierra?

2.
Acompañando paradójicamente ese proceso de «globalización capitalista» y esa modalidad de «imperialismo cultural» de las potencias hegemónicas, desde hace décadas se ha venido hablando en Occidente de «la muerte del arte»; y no han sido pocos los filósofos, los escritores, los creadores de un tipo o de otro que han manifestado su inquietud a propósito. Surgieron rótulos que sirvieron, antes que nada, para alimentar la industria cultural; y ya es sabido que los títulos con sugerencias fúnebres venden más…

En tiempos que gustaban de presentarse como «terminales» y que generaban etiquetas de «fin de todo» y de «pos-cualquier cosa» («fin de la historia», «fin de las ideologías», «pos-industria», «pos-modernidad», etcétera), también los cultivadores y los adoradores de las artes se apuntaron a la nueva moda «sepulcral» y hablaron, en efecto, de «la crisis del arte como ciencia europea» (J. C. Argan), del «final del arte» (A. Danto), del «ocaso de los museos»… «El arte está en barbecho», «se repliega en sí mismo», anotó P. Sloterdijk; e incluso se registró, con acentos crepusculares, «la huelga de los operadores estéticos». Una cierta poética del silencio sedujo a bastantes artistas con mala consciencia de su práctica, y optaron por abandonar los géneros, por dejar de pintar, de esculpir, de crear… Particularmente relevante fue la deserción de J. Beuys…

Y se prodigaron los congresos, los simposios, las conferencias, las reuniones, los eventos de toda clase, en los que gentes sesudas «buscaban salidas» para el arte, campos para la innovación o la reinvención, vías de resolución ante atascamiento o el fracaso de las «vanguardias» y las «pos-vanguardias».

3.
En mi opinión, no es el «arte», en su acepción más general, el que ha muerto, sino que son los artistas quienes, sencillamente, están de más. Siempre habrá arte y siempre sobrarán los artistas. En todos los pueblos, en todas las culturas, encontramos bellos poemas, músicas sugestivas, emocionantes obras plásticas, construcciones meritorias, canciones que no se olvidan… Pero no todas las civilizaciones conocieron el perfil psico-político del «artista». Esa repelente figura, meretricia y aristocrática al mismo tiempo, esa exacerbación de la vanidad y de la petulancia; ese ser egoísta en grado sumo, egoísta incluso, o sobre todo, cuando proclama «crear» en beneficio del otro o de la humanidad toda, aparece más bien como un engendro y una lacra occidental.

Los occidentales y los occidentalizados cargamos con esa aberracción moral del «artista». Porque todos los pueblos han elaborado, de mil maneras, objetos que podemos designar «estéticos»; y casi todos los pueblos en los que se mantenía vivo el sentir comunitario, el aliento de la igualdad y de la cooperación, supieron rehusar esa figura «individual» que firma su obra, la exhibe y la vende. Y se dieron, como apuntamos más arriba, factorías comunitarias; se produjeron hermosas obras colectivas; se compusieron canciones que, brotando de la fantasía de un hermano, pasaban enseguida al torrente re-creativo de todo el clan o todo el poblado. Y las obras eran exquisita y deliciosamente anónimas, de nadie, de cada uno y de todos; y los artistas, siempre tan penosos y siempre tan miserables, no existían.

4.
De las civilizaciones basadas en la esclavitud social, como la euro-norteamericana, no cabe esperar el anonimato creativo, la colectividad forjadora, una suerte de estética natural que ahuyente, por un instinto de higiene del espíritu, al individuo devorador, al comercio fracturante y a la política opresiva. De las culturas asentadas en la explotación siempre cabe esperar «artistas». Cabe esperar, además, si seguimos la sugerencia de Boris Groys, «artistas como Stalin»…

En tanto crítica radical de todas las figuras del elitismo y del dirigismo moral e intelectual,‭ ‬la antipedagogía mira de reojo a los artistas…Y es que sí,‭ ‬es que salta a la vista que tenemos muchos,‭ ‬muchísimos, artistas como Stalin.‭

Desde que,‭ ‬en la Modernidad,‭ ‬el arte tomó por bandera la transformación del mundo,‭ ‬los creadores se convirtieron en detestables aspirantes a‭ “‬demiurgos‭”‬,‭ ‬procurando,‭ ‬con sus obras,‭ ‬influir en el espectador,‭ ‬moldear al público,‭ ‬preparar las inteligencias y las afectividades para la mejora de la Humanidad.‭ ‬Se supone que ellos sabían lo que no andaba bien en ese mundo,‭ ‬el tipo de sujeto apto para revertir la situación y el modo de elaborarlo a través de sus propuestas estéticas.‭ ‬O que sus exploraciones avanzaban,‭ ‬al menos,‭ ‬en esa dirección,‭ ‬que cabe designar‭ “‬re-educadora‭” (‬pensemos,‭ ‬por referir un caso límite,‭ ‬en la Bauhaus‭)‬.‭ ‬Duele examinar los manifiestos de las sucesivas‭ “‬vanguardias‭” ‬del siglo XX y advertir cómo se edita y reedita esa bochornosa pretensión,‭ ‬admirablemente ilustrada por J.‭ ‬C.‭ ‬Argan en su monumental‭ “‬El arte moderno‭”‬.‭

Es esto lo que acerca el espíritu de nuestros más aplaudidos artistas a la personalidad de Stalin…‭ ‬El dictador soviético también se hallaba persuadido de que algo no estaba en orden en la cabeza de sus súbditos,‭ ‬en el corazón de los rusos y de los no rusos‭; ‬también se esforzó por cauterizar esas partes infectas‭ (‬o‭ “‬contaminadas‭”‬,‭ ‬o‭ “‬alienadas‭”‬,‭ ‬o‭ “‬primitivas‭”‬,‭ ‬o‭ “‬pre-críticas‭”)‬,‭ ‬esas deformaciones o malformaciones enquistadas en la subjetividad de las gentes que quería emancipar‭; ‬también se comprometió en el proyecto‭ “‬eugenésico‭” ‬de la forja de un Nuevo Hombre para el Mundo Nuevo.‭ ‬Dispuso,‭ ‬a tal fin,‭ ‬el aparato del Estado,‭ ‬el sistema de la labor y de los empleos sociales,‭ ‬con los educadores en primer término,‭ ‬a la estela de Makarenko,‭ ‬y los artistas no muy lejos,‭ ‬con su propio movimiento vanguardista conscienciador,‭ ‬el llamado‭ “‬constructivismo‭”‬.

“‬Artistas como Stalin‭” ‬poblaron ayer nuestros museos,‭ ‬nuestras enciclopedias de historia,‭ ‬nuestros manuales universitarios…,‭ ‬y reaparecen hoy,‭ ‬por las calles o por las galerías,‭ ‬con sus‭ “‬instalaciones‭” ‬y sus‭ “‬performances‭”‬.‭ ‬El viejo Pikmin Swagger‭ ‬llevaba tiempo remarcándomelo,‭ ‬en lo que atañe a la música,‭ ‬su campo:‭ “‬Debemos dar la espalda al rap caduco de los curatos,‭ ‬de los predicadores,‭ ‬de los amigos del sermón,‭ ‬de los reformadores de sus semejantes,‭ ‬como Nach Scratch o el Chojín.‭ ‬Hay que decir otras cosas y decirlo de otro modo‭”‬.

Cuando el investigador europeo miró fuera de su propia guarida geográfica y cultural,‭ ‬acompañado de misioneros,‭ ‬profesores y soldados,‭ ‬descubrió que no había‭ “‬arte‭” (‬en el sentido occidental del término‭) ‬en todas partes y que el‭ “‬artista‭”‬,‭ ‬tal y como se conocía en su continente,‭ ‬no se daba en ningún lugar…‭ ‬Nosotros tenemos artistas como Stalin,‭ ‬docentes como Stalin,‭ ‬médicos como Stalin,‭ ‬políticos como Stalin,‭ ‬escritores como Stalin…‭ ‬O como Obama,‭ ‬cuyo perfil no cambia los datos de este diagnóstico,‭ ‬pues cabe ver en el demagogo yanqui una réplica‭ “‬dulcificada‭” ‬del soviético.

Frente a los que consideran que‭ “‬el Arte ha muerto‭”‬,‭ ‬hay quienes mantienen una tesis menos optimista:‭ “Los artistas‬ viven,‭ ‬pero por desgracia‭”‬.‭ ‬La Industria Cultural permite que los‭ “‬artistas como Stalin‭” ‬se busquen las habichuelas‭ (‬es decir,‭ ‬el chalet,‭ ‬el auto,‭ ‬la fama,‭ ‬la cocaína y no sé cuántas estupideces más,‭ ‬incluido a menudo el suicidio‭) ‬gracias al consumo baboso que hacemos de sus mercadurías ególatro-filantrópicas. Separada de la praxis,‭ ‬autonomizada,‭ ‬pendiente solo de sí y extraña al mundo de los que resisten en lo concreto y en lo mundano,‭ ‬la obra de arte contemporánea obtendrá el apoyo y el sufragio de las administraciónes,‭ ‬de los gobiernos,‭ ‬aunque contenga un rechazo o una negación extremosa de lo establecido,‭ ‬aunque se afinque en el escándalo y en la provocación,‭ ‬como constataba tempranamente Th.‭ ‬W.‭ ‬Adorno.‭ ‬A uno y otro flanco de esta‭ “‬sociedad de mercado‭” ‬que todo lo engulle,‭ ‬entre los vendedores como entre los compradores,‭ ‬del lado de los artistas lo mismo que de la parte del público,‭ ‬asecha la misma toxicopedagogía…

Concluyo este apartado‭ ‬recordando,‭ ‬como muchas otras veces, un tema de La Polla Records,‭ ‬grupo punk previo al‭ “‬punkismo de postal‭” ‬que él mismo denunciara,‭ ‬siempre en las antípodas de esa suerte de nuevo‭ ‬Despotismo Ilustrado‭ ‬que nos asalta allí donde,‭ ‬en términos de I.‭ ‬Illich,‭ ‬se citan,‭ ‬se abrazan y se funden una Institución,‭ ‬una Profesión y una Mente Escolarizada:

Has venido a salvarme
de la otra parte del mundo;
me traes la solución
a todos mis problemas,
pero eso es por tu cuenta y riesgo.

Yo quiero saber
quién cojones te ha mandao.
Una patada en los huevos
es lo que te pueden dar.

¡Vete a salvar a tu viejo,
solo pretendes cobrar!
¡Gurú!

5.
Y, entonces, casi es una suerte que estén muy preocupadas las gentes que vivían de ese tan lamentable negocio occidental, de esa tan miseriosa industria del arte. Porque toda la esfera occidental del arte se hundió, sin más, en el mercado y en la administración. Y es una suerte que los «operadores estéticos» deserten y renuncien, que el «arte de los artistas» huela en todas partes a cadáver y a podrido. Es una suerte que ya casi nadie crea en los Museos, en los Talentos, en las Academias, en las licenciaturas de Bellas Artes, en los Genios publicitados por los medios y por las enciclopedias.

Se alcanza, así, un punto en el que el arte regresa a la gente; pero regresa sin artistas. Un punto en el que el arte pierde la palabra que lo designa y se disuelve en la vida cotidiana, en el hacer potencial de cada persona, en la existencia misma. Y cabe hacer arte con los días que nos correspondió vivir, con los gestos que desplegamos en cada jornada, con nuestro modo de afrontar el futuro; se puede hacer arte sin cesar y a cada paso. Pero sin artistas…

Para nada suscribo la opinión, tan correcta en la política progresista, de que «todos somos artistas». Lo que apunto es otra cosa: «Mejor un mundo huérfano de artistas y en el que arte sencillamente acontece, puede darse y carece de firmas». «Mejor un mundo que no es el nuestro».

En la época de la plena «industria cultural», expresión en cierto sentido contradictoria, lo genuinamente cultural perece ante la aplastante lógica productiva de la industria. Salimos entonces del ámbito del espíritu y entramos en el capítulo de la mercancía. Y en eso se han convertido nuestros artistas, en meras mercancías, irrelevantes y tediosas en su mayor parte, calculadamente «llamativas» unas pocas.

6.
«Rara avis» es la persona que protege sus creaciones del mercado, liberándolas absolutamente y ofreciéndolas como un regalo. Gentes así, que siempre se ganan mi estima, aparecen esporádicamente por las rutas marginales de la música. De vez en cuando, se interrogan por el sentido de su práctica y buscan palabras para engalanarla. En algunos casos, apuntan que lo suyo es «poesía»; y me gusta esa manera de robar la palabra «poesía» a los poetas y pasearla por esferas más vitales. Últimamente, algunos raperos nos cuentan que sus obras son «líricas», que hay «lirismo» en ese modo de enlazar músicas y palabras. Me parece interesante recuperar esa expresión, darle un nuevo sentido, una nueva vida, apartándola de las celdas cartesianas que la aherrojaban.

Pienso que, entre todos, vamos a resignificar la palabra «lírica»; que esa expresión ya está empezando a sugerir algo distinto y hermoso. Para mí, la lírica, en esta acepción díscola y desplazada, adviene cuando se concilian, entretejiéndose bellamente, la vida, la música y el relato; cuando una armonía profunda, y también inobediente, necesariamente desafiadora, envuelve los días de esos pocos seres que donan sus creaciones sin considerarse «creadores», que escriben sin ir de «escritores» y que cantan dando la espalda a los «cantantes». En el des-hacerse de la etiqueta se re-hace la posibilidad de la lírica… Hablaría de una lírica de la vida, de la vida lírica como obra consciente y de la obra lírica como jirón de vida decidida.

Algo de todo esto he estado percibiendo en las últimas composiciones de Pikmin Swagger, un ser definitivamente lírico.

https://www.facebook.com/PikminSwagger/

Pikmin Swagger

Pedro García Olivo
Buenos Aires, 13 de febrero de 2018

 

¿Eres la noche?

Para perdidos y reinventados

¿Eres la noche?

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