Archivo de diógenes

INTEMPESTIVO/DEMONÍACO/QUÍNICO

Posted in Activismo desesperado, Autor mendicante, Crítica de las sociedades democráticas occidentales, Descarga gratuita de los libros (PDF) with tags , , , , , , , , , , , , , , , , on marzo 13, 2018 by Pedro García Olivo

(Presentación de‭ «Me enseñó a ser árbol»)

1.‭
‭Intempestivo

Cuando,‭ ‬disminuida y achacosa,‭ ‬la Negación se confunde con la Afirmación‭; ‬cuando la desaprobación de lo Establecido muere sin más en el reclamo de su reparación o de su reforma‭; ‬cuando los antagonistas,‭ ‬los revueltos contra el Sistema,‭ ‬los enemigos del Capitalismo se convocan para demandar una‭ «‬humanización‭» ‬de lo dado,‭ ‬servicios públicos de calidad,‭ «‬trabajo,‭ ‬vivienda y futuro‭»‬,‭ ‬en la línea morbosa del Estado del Bienestar,‭ ‬y pareciera que no hay más monstruo,‭ ‬más mal,‭ ‬más tragedia que el avance y la consolidación del Neoliberalismo‭; ‬cuando los novísimos‭ ‬Maquiavelos son atentamente escuchados por los viejos Príncipes de las democracias y ambos congenian en la astucia de reprimir a los súbditos justamente cuando demandan aquello que se desearía imponer‭ (‬tras el castigo,‭ ‬real y escenográfico al mismo tiempo,‭ ‬llega la concesión‭); ‬cuando todo esto sucede con una claridad que raya en los obsceno y,‭ ‬sin embargo,‭ ‬apenas hay cronistas de la contemporaneidad que lo anoten…,‭ ‬una obra como la que presentamos,‭ ‬que se vindica desde la antipedagogía y la desistematización,‭ ‬desplegando una crítica radical de las sociedades democráticas occidentales y una denegación sin matices de toda burocracia del bienestar social,‭ ‬aspirará a ganarse sobradamente el título de‭ «‬intempestiva‭»‬.‭ ‬Porque intempestivo es aquello que se da fuera de lugar y de tiempo,‭ ‬en absoluto a la sazón,‭ ‬de una manera molesta por inoportuna.‭ ‬Es raro y amargo su sabor.‭

2.
Demoníaco

‭Vivo, desde hace años, bajo la fascinación de un concepto que nunca comprendí muy bien. En realidad, solo me seduce aquello que escapa a mis capacidades de intelección… Se trata de la visión de “lo demoníaco” que procuró hacernos llegar Goethe en dos de sus obras (“Poesía y Verdad” y “Conversaciones con Eckermann”)…
Para el filósofo y estadista alemán,‭ “‬lo demoníaco‭ ‬es aquello que no puede resolverse ni por el entendimiento ni por la razón.‭ ‬Escoge para sí,‭ ‬casi siempre,‭ ‬oscuros tiempos‭; ‬en una ciudad prosaica y clara como Berlín,‭ ‬no encuentra ocasión de manifestarse.‭ ‬En la poesía hay algo demoníaco,‭ ‬sobre todo en la que brota de modo casi inconsciente‭ (‬…‭)‬.‭ ‬Lo mismo ocurre en grado sumo en la música‭ (‬…‭)‬,‭ ‬la cual produce un efecto que de todos se enseñorea,‭ ‬sin que nadie sepa discernir por qué vías‭ (‬…‭)‬.‭ ‬Lo demoniaco es uno de los medios mejores para obrar maravillas sobre los hombres‭»‬.‭
Me quedó,‭ ‬de la percepción goethiana,‭ ‬la bonita sugerencia de que podíamos encontrar‭ «‬buenos demonios‭»‬,‭ «‬diablos honestos‭»‬,‭ ‬seres dignos de amar por su fantástica forma de ser‭ «en cierto sentido malos»‬… Me cautivó la idea de una belleza en el Infierno, de una nobleza en Satanás. Porque «lo demoníaco‭»‬ es una fuerza atentatoria, un principio de disconformidad, un viento de rebeldía: «Todo cuanto nos limita parece penetrable para él.‭ ‬Maneja de un modo arbitrario los elementos fundamentales de nuestra existencia‭; es capaz de ‬contraer el tiempo y de expandir el espacio.‭ ‬Solo parece complacerse en lo imposible y rechazaba lo posible con desprecio‭ (…)‬.‭ La‬ instancia demoníaca (…),‭ que‬ se manifiesta notablemente en los animales,‭ puede realizarse de forma lograda en‬ los hombres, constituyendo un poder que se opone de hecho al orden moral del mundo o, al menos, lo entrecruza‭».
‭Vendería mi alma a Dios, si así pudiera acercarme a esa figura del «buen diablo». Y es que siempre he perseguido el horizonte de «lo demoníaco» en mis escrituras, pero ese horizonte huye de mí, como escapa el día de la noche y como huyen todos los horizontes de todos sus perseguidores…
‭«Lo demoníaco», esa esencia “que solo se manifesta en las contradicciones y de la que, por tanto, no pueden dar cuenta los conceptos y mucho menos las palabras”, “semejante al Acaso, pues no ofrece continuidad pero también recordatoria de la Providencia, ya que establece conexiones”, era la ambición secreta, excesiva y arrogante, de la obra que comentamos…

‭3.
‭Quínico

Sócrates no solo podría darse en la escuela futurible, sino que se dará sin remedio. Su técnica dialógica, su método “erotemático”, coincide objetivamente con el ideal de la escuela reformada demofascista, que disimula el autoritarismo, “dulcifica” la figura del profesor y lo invita a “callarse”, a que ceda el protagonismo verbal al estudiante, a que “diseñe” un ambiente educativo en el que el alumno alcance por su cuenta la Verdad, la cual nunca debe ser simplemente enunciada, etc.
En un segundo plano, la figura socrática reaparecerá en la escuela de la Democracia, con toda su parafernalia “ética”, posando moralmente, esgrimiendo bellos ideales humanitarios, siempre altruista, siempre filantrópica…, aunque esta vez bajo las coordenadas del profesor cínico tardo-capitalista, que miente a sabiendas, pensando lo que dice, como Sócrates, pero no diciendo lo que piensa, al contrario de Sócrates.
Lo demoníaco no puede respirar en Sócrates, un “educador” para nada intempestivo…
El modelo que no cabe en la Escuela tiene más que ver con Diógenes el Perro, al frente del “quinismo” antiguo, filósofo ambulante, callejero, que solo hablaba a quien quería escucharle, en libertad y desde la libertad, hostil a todas las instituciones, a todos los acomodos que se pagan en servidumbre, a todas las convenciones morales y a todas las formas políticas establecidas.
Sócrates, en mi opinión, es un integrado al que se castiga para ejemplificar; un revoltoso que se elimina como nosotros aplastamos una mosca, para que deje de incordiarnos aunque, en realidad, nada puede contra nosotros. Y Diógenes es un inasimilable con el que se teme acabar, al que se respeta precisamente por la enormidad de su insumisión. ¿Cómo privar al Universo de un ser tan nocivo para la Humanidad?, cabía pensar ante él, en términos de Sade. Como “buen demonio», como “diablo honesto», el filósofo-perro habitará por siempre en la región de lo intempestivo… Sócrates, en cambio, era beneficioso para la Humanidad, y por eso costó poco dejarlo caer del Universo.
Me parece que Sócrates tiene tanto que ver con el Reformismo Pedagógico, con la Pedagogía Blanca (progresista, alternativa o libertaria), con la Escuela del Demofascismo, en suma, como Diógenes con la anti-pedagogía, con la figura del contra-profesor, con el paradigma de la Irresponsabilidad en las aulas…
Sócrates es para mí la optimización del Sistema, un policía de sí mismo que se sirve de su propia mano la muerte cuando la Autoridad se lo pide; y Diógenes es la poética a la que aspiran las gentes empeñadas en desistematizarse, la música que siempre quiere dejarse escuchar tras las palabras de “Me enseñó a ser árbol. Composiciones intempestivas desde la antipedagogía y la desistematización”.
Un abrazo muy fuerte, y todo mi reconocimiento, para Camilo Araya Fuentes y los compañeros de “Mar y Tierra”, gentes del desierto que, desde el desierto chileno de Antofagasta, porfían por lanzar un libro desertizante al desierto de lo real y de lo actual.

– Madre, ¿por qué dices siempre que todo es desierto, si me tuviste?
– Hija, me mantengo en la esperanza de que tú algún día me lo sabrás explicar…

Con Camilo Araya Fuentes

Con Mar y Tierra Ediciones

Pedro García Olivo
http://www.pedrogarciaolivo.wordpress.com
Buenos Aires, 13 de marzo de 2018

«Pedir, robar, nunca trabajar. Quinismo del siglo XXI»

Posted in Proyectos y últimos trabajos with tags , , , , , , , , , , , , , on diciembre 14, 2014 by Pedro García Olivo

perros_metro
PEDIR, ROBAR, NUNCA TRABAJAR
Quinismo del siglo XXI

“Con un poco de pan de cebada y agua
se puede ser tan feliz como Júpiter”
Diógenes de Sinope, alias “El perro”

[Composición motivada por las conversaciones mantenidas con los compañeros de “Libres y Salvajes” en setiembre de 2013, a propósito de los “buscavidas”, las “ratas” de ciudad y otros supervivientes urbanos no-laborizados]

1. Diógenes el Perro
(De espaldas al Poder y al Mercado)

Recreo una anécdota de Diógenes el Perro, transcrita por Diógenes Laercio en Vidas de los filósofos cínicos:
Diógenes tomaba el sol en el ágora, rascándose la barriga -señal de bienestar. A su alrededor, se repetía el trajín de todos los días, jaleo de gentes “instaladas” que compran o venden, que salen de sus casas o van a sus casas, que hablan de negocios o de política, que distribuyen su tiempo entre las innúmeras tareas marcadas para la jornada -pues, ya por aquel entonces, “el tiempo era oro”. Diógenes los ve pasar, como abejas atareadas, como hormigas en desfile; y se rasca la barriga, mientras disfruta del sol. Es un mendigo; y come de lo que le dan, poco o mucho, a cambio de nada, a cambio de ser él mismo, de sus palabras afiladas y de sus escenificaciones ofensivas. Mientras los demás trafican y mienten, él se rasca la barriga.
Quiere la leyenda que aparezca entonces Alejandro Magno. Yo le llamo Alejandro-el Estado… Y Alejandro reconoce a Diógenes, el filósofo desvergonzado, con la tripa al sol. Se acerca y le declara su admiración: “Diógenes, yo te admiro. Ya sé que somos enemigos; ya sé que eres un veneno o una plaga para el Imperio; ya sé que, si todos fueran como tú, mi poder no se sostendría ni un día; ya sé que me desprecias; ya sé que te burlas de mí. Pero te admiro… Te admiro por tu honestidad y tu integridad; te admiro por tu coherencia. Te admiro porque haces lo que ya nadie hace: pensar la vida y vivir el pensamiento. Te admiro porque eres el único, en todo el Estado, que no está en venta. Y porque te puedes declarar sencillamente “libre” en un mundo de ciudadanos/esclavos y esclavos/no-ciudadanos. Por eso, porque te admiro, deseo concederte el don que tú quieras. Pide cualquier cosa y te será otorgada. Pide lo que quieras y lo haré tuyo. Pídeme a mí, el Estado, cualquier clase de Bienestar, todos los bienestares que te apetezcan, y te los concederé. Si quieres el Bienestar del Estado, seré para ti un Estado del Bienestar. Pide cualquier cosa y tu palabra será ley”.
Decía Mishima que “la altura de un hombre se mide por la de sus enemigos”, y Alejandro debía considerarse “muy alto” al elegir a Diógenes como adversario. Pero Diógenes no estaba dispuesto a reconocerle “tanta altura”…
– ¿De verdad me darás lo que te pida? -pregunta el quínico insolente, peligroso, con lengua de serpiente y astucia de zorro? ¿Se cumplirá sin más mi deseo?
Alejandro se ruboriza. Procura, sin conseguirlo, disimular el temor que le embarga. Padece casi un acceso de pánico -con un quínico nunca se sabe, con Diógenes jamás está dicha la última palabra… Pero, cautivo de su propia iniciativa, rodeado de curiosos, no tiene más remedio que seguir adelante, aún con terror, con dudas…
– Pídeme lo que quieres y te será concedido, excepto si lo que pides atenta contra mi propia auto-conservación, por supuesto.
Diógenes, que ha percibido la angustia en las palabras de Alejandro, “su temor y su temblor”, como diría Kierkegaard, sonríe tal una hiena y prosigue con su escenificación.
– Te lo pregunto por última vez: ¿Me concederás lo que te pida, sea lo que fuere, si eso que deseo no atenta contra tu propia auto-conservación?
– Así es, Diógenes. En prueba de mi reconocimiento de tu dignidad, reconocimiento de tu talla humana, aún siendo el enemigo más temible que cabe concebir sobre la faz del Imperio, te concederé lo que desees.
Y Diógenes deja de rascarse la tripa, se incorpora un poco, las manos sobre las piedras del suelo y los ojos entornados por la claridad cegadora de la mañana:
– Esto es lo que quiero, “Alex”. Que te apartes un poco porque me tapas el sol.
Y Alejandro-el Estado se retira, humillado, con todos sus bienestares a cuestas, en medio de las sonrisas sarcásticas de la muchedumbre y bajo el gesto triunfal de Diógenes, que se tumba de nuevo, con la panza al sol.
Esta anécdota, incluida también en el libro La Secta del Perro, de C. García Gual, se ha interpretado muchas veces en clave exclusivamente política: el quínico da la espalda a la autoridad, al poder, desiste en lo posible de padecerlo y siempre de ejercerlo. Por eso, “se va al margen”. Diógenes no quiere nada, absolutamente nada, del Estado, de la Administración, de las Instituciones. Le basta con mantener alejada a la Autoridad, con que no se cruce en su camino… Pero la anécdota admite también una interpretación económica, lectura que me interesa subrayar aquí: como casi nadie hoy día, Diógenes da la espalda asimismo al Mercado. Da la espalda al dinero, al valor de cambio, a la propiedad, al salario,… Por eso no le pide a Alejandro una fortuna, una posición, una casa, unas tierras, unos esclavos, un negocio… Le basta con su “tinaja” para dormir por las noches y con lo que la gente le dé por sus diatribas y sus provocaciones, que se suscitan de forma espontánea, sin público establecido, sin “circo” o “teatro”, en cualquier lugar y a cualquier hora, ante muchos o ante pocos.

2. Trabajar, Pedir, Robar
(Discrepando de Baudelaire y de Genet)

Trabajar, Pedir, Robar… Estos tres conceptos, en torno a lo cuales cabe organizar la vida, estructuralmente desemejantes, aunque no independientes (pedimos trabajo, lo mendigamos, para que nos roben, para que nos sustraigan la plusvalía: el trabajdor pide que le roben), componen un tríptico diabólico. Trabajar (para otro o para una institución) es lo más triste y lo más bajo que cabe hacer con los días, como bien saben los trabajadores. Pero, ¿qué es preferible, “pedir” o “robar”?
Jean Genet, aquel criminal homosexual prostituido, confidente de la policía para obtener medios y delator de sus compañeros mientras estuvo en prisión, aquel escritor a-moral que se regodeaba en lo más vil, en la violación, en el asesinato y, sobre todo, en la traición; y que pudo, al final, en parte gracias a ello, a ese gusto suyo por revolcarse en la infamia, ganarse los más altos honores académicos en Francia, la estima absoluta en el mundo de las letras, premios y distinciones otorgados por Autoridades, por Ministros, por Eminencias…; Genet, decía, sostuvo en Milagro de la Rosa, una tesis discutible:

“Es más digno pedir que trabajar,
pero es más edificante robar que pedir”.

Hacía suya, así, la perspectiva de Baudelaire en Pequeños poemas en prosa. El poeta y gentilhombre sale de su mansión y se encuentra con un mendigo que le implora, entre rezos, unas migajas… Lo agarra de la pechera y le propina un tremendo puñetazo, por cobarde, por miserable, por suplicante, por humillarse de ese modo ante los poderosos, con sus oraciones y su carita de víctima infinita e inofensiva… Y el mendigo, revolviéndose, se lanza sobre Baudelaire, le dobla la cintura y le hace caer, se monta sobre su vientre y le abofetea sin pausa, le aferra el cuello y casi procura ahogarle. Con un hilillo de voz, pero aún así sonriente, casi feliz, Baudelaire le dice que ahí tiene su bolsa, toda la bolsa, y no solo una limosna, que ahí tiene todo su dinero porque se lo ha ganado; le ruega que le descargue un último puntapié en la boca y le robe la bolsa de una vez.
Ese día, Baudelaire había hecho una “buena obra”, apostillaría sin duda Genet: casi como un “educador”, había re-dignificado a un ser humano, separándolo de la inmundicia de la mendicidad para encumbrarlo hasta la cima esplendorosa del robo.
Ante el Capital y el Estado se abre, pues, un abanico de opciones, de “respuestas”: cabe trabajar para uno u otro, cabe “mendigar” (bienestares, por ejemplo) a uno u otro, cabe robarles… Y, en este punto, Diógenes no estaría de acuerdo con Genet, ni tampoco con Baudelaire. El Filósofo Perro no simpatizaría con el a-moralismo sádico de Genet (no existe otra Causa que yo mismo; y, más allá del bien y del mal, puedo permitirme, si así lo deseo, robar, violar, matar, incluso a una víctima, a un subalterno, a un desdichado), ni con la aristocrática pose “educativa” de Baudelaire (yo, un Señor, te enseño a ti, un miserable, a luchar de verdad, a recobrar la auto-estima). Diógenes de Sinope aparece como una figura ética (al igual que los libertarios clásicos, son muchas las cosas que se prohíbe: ejercer la autoridad, acumular propiedades, dominar a otro, etc.); se construye como un sujeto moral que, en nombre de la libertad personal, rehuye posiciones de servidumbre, de sometimiento, de esclavitud física o simbólica. “A nosotros también nos gustan los pasteles, pero no estamos dispuestos a pagar su precio en servidumbre”: así habla la austeridad quínica, que se distancia de la ética estoica y cristiana.
En tanto figura ética y sujeto en auto-construcción, que concibe la vida verdaderamente como “obra”, como “la ocasión para un experimento”, Diógenes impugna los términos de Genet y de Baudelaire; y, de hecho, no siente la menor necesidad de “elegir” entre pedir o robar. Como mendigo consciente, voluntario, deliberado, esgrime la dignidad del pidientero ante la humillación inconmensurable del trabajador. En su mendicidad hay un punto innegable de insubordinación, de insumisión, de arrogancia. Vive en lucha, de sol a sol, disgregando y disolviendo valores, actitudes canónicas, morales públicas, comportamientos reglados. Su existencia misma es un desacato, un insulto al sentido común y a la idea de razón; un canto enloquecido a la libertad posible. Y sus palabras, sus gestos, sus escenificaciones, no sé si hoy se diría “performances”, son perfectas bombas de relojería, atentados completos contra el principio mismo de realidad de su (nuestro) tiempo. Por ello Diógenes, abominando el Trabajar, no desiste de Pedir ni condena el Robar.

3. Un pedo en su cara
(Dedicatoria, al final)

Esta breve composición es un homenaje a los “busca-vidas”, a las “ratas” de ciudad, a los “supervivientes urbanos”, a las “hordas” y a las “tribus”, a los individuos que se enfrentan cada día al existir sin un horario laboral por delante y, sobre todo, sin la voluntad (ni siquiera el deseo) de trabajar para otro o para un organismo; un canto a los quínicos del siglo XXI, entre los que anhelo poder contarme.
Dedico este poema, este humorismo, a todos los que, todavía hoy, no dan sin más la espalda a la Institución, no dan meramente la espalda al Mercado; al Mercado y a la Institución le dan, más exactamente, el culo y procuran, cuando pueden, soltar un pedo en su cara.

Pedro García Olivo – La Haine

http://www.pedrogarciaolivo.wordpress.com [“¿Eres la Noche?”]

¿Eres la noche?

Para perdidos y reinventados

¿Eres la noche?

Para perdidos y reinventados