Archivo de Protesta domesticada

LA ASFIXIA COMO METÁFORA CENTRAL DE LA CONTEMPORANEIDAD

Posted in Activismo desesperado, antipedagogía, Autor mendicante, Breve nota bio-bibliográfica, Crítica de las sociedades democráticas occidentales, Desistematización, Indigenismo, Proyectos y últimos trabajos, Sala virtual de lecturas incomodantes. Biblioteca digital with tags , , , , , , , , , , , , , , , , , on junio 30, 2020 by Pedro García Olivo

ASFIXIA

1. ¿Hacia el final de la insubordinación psico-política?

La asfixia se está convirtiendo en la metáfora central de la contemporaneidad. La policía de Estados Unidos matando por asfixia a un ciudadano negro. Casi todos los Estados asfixiando a las poblaciones con mascarillas irrespirables. Y, sobre todo, la insubordinación psico-política asfixiada.

Ganó el Mercado y se inventaron procedimientos novedosos de asfixia de la autonomía individual y de la comunidad basada en el apoyo fraterno: «crowfunding», «economía social», «economía colaborativa», etcétera. Para asfixiarnos, se nos dijo que, de esta manera, la economía se «socializaba», se hacía menos «fea», por contarlo así. Pero se procuraba otra cosa: «economizar la sociedad»: conventirnos a todos en micro-empresarios, apósitos carnales de la lógica del cálculo de beneficios, rentabilizando nuestro coche, nuestra casa, nuestro libro, nuestra «lucha»…

El mercado en la voluntad de los presuntos críticos y antagonistas. Asfixia del antagonismo, que no puede respirar bajo el comercio.

Ganó la Administración y, bajo la euforia de la socialdemocracia, del bienestarismo, del liberalismo «progresista» capitalista, se diseñaron «demandas sociales» (servicios públicos, gestión estatal de las postuladas «necesidades» de la población, renta básica, etcétera) para que la gente solo respirara con el auxilio de los Gobiernos y del Estado: asfixiaron la ayuda entre compañeros, la tradición comunitaria de autonomía local, el sano instinto del olvido de los poderes externos.

El Estado en la voluntad de los presuntos críticos y antagonistas. Asfixia del antagonismo, que no puede respirar bajo las leyes de la Nación.

La insubordinación psico-política está muriendo bajo las tenazas «sociales» del Mercado y del Estado.

Los rebeldes «aparentes», los insurrectos «publicitados», los «luchadores» reconocidos, amantes secretos de la asfixia, vendieron su alma. Pero no ya al Diablo, como Fausto. Sino a Dios, al Dios de la Modernidad, vale decir: a las tiendas del espíritu, en las que todo se compra y se vende, y a las oficinas de los comportamientos, en las que todo se reglamenta, incluida la desobediencia y el anticapitalismo de postal.

En esta serie discursiva, que nombro «Asfixia», combinaré escritos, que no se me dan muy bien, con audios, que aún se me dan peor. Pero es un consuelo extraer todavía un poco de oxígeno para mis pulmones de estos arrebatos torpes y desaliñados.

[Dibujo de una niña chiapaneca, expresando lo que les cabe esperar a los indígenas comuneros e igualitarios. Lo que les cabe esperar del Estado y del Mercado]

(Asfixia)

http://www.pedrogarciaolivo.wordpress.com

EE

Pedro García Olivo, Alto Juliana, Aldea Sesga, Rincón de Ademuz, Valencia, 30 de junio de 2020

PONIENDO EN CIRCULACIÓN MONEDA FALSA: DESÓRDENES EN EL LENGUAJE

Posted in Activismo desesperado, Autor mendicante, Breve nota bio-bibliográfica, Crítica de las sociedades democráticas occidentales, Proyectos y últimos trabajos with tags , , , , , , , , , , , , , , , , , , on mayo 8, 2018 by Pedro García Olivo

1.Desistematización no es des-alienación, crítica de la ideología o “conscienciación”

Decía Roland Barthes que nada es tan importante para una sociedad como mantener en orden sus palabras. Trastocarlas, invertirlas, desnaturalizarlas, oponerles vocablos nuevos… constituye casi un suerte de revolución. “Antipedagogía», “demofascismo» y “desistematización» se suman a esa insurgencia del lenguaje contra el orden que él mismo ha instaurado. Nietzsche entendía esta suerte de contaminación del léxico como un “poner en circulación moneda falsa»; y se ha podido hablar, a propósito, de la “criminalidad lingüística» de Illich, un gran generador de expresiones perturbadoras.

Ante la crisis del Relato de la Emancipación, y de la forma de racionalidad política en que se insertaba, sentimos la necesidad de cambiar de vocabulario, de inventar conceptos “preventivos” que nos pongan a salvo de los horrores suscitados por las categorías aún hegemónicas. Y hablamos de “desistematización”, expresión que se opone frontalmente a las series discursivas alentadas por conceptos como “alienación”, “falsa consciencia”, “distorsión ideológica”, “vanguardia consciente”, “minoría consciente”, “labor de ilustración-conscienciación”, “disciplina consciente”, “trabajo político consciente”, “obrero consciente”, “maduración de la consciencia de los trabajadores”, “consciencia (asignada) de clase”…

La desistematización deja en paz al otro y no mete las manos en su consciencia: ahí evidencia su matriz antipedagógica. Para ella, nadie puede discernir lo que va mal en el otro y nada hay que nos incumba rectificar en su subjetividad: la alienación, por ejemplo, o no existe o afecta también al campo del denunciante, por lo que no puede ser señalada y curada desde un fantasmal “afuera”.

Hiede a elitismo la rancia suposición de que la población está “alienada”, de que nos rodean meros “hombres-masa», “individuos-promedio», “seres unidimensionales» que decía Marcuse, y de que, no obstante, contamos con profesores universitarios, educadores, dirigentes políticos o sindicales, autoridades morales, escritores y otros individuos lúcidos capacitados para sacarlos de ese pozo y, siempre con la ayuda de algún Texto Canónico (El Capital o la Declaración de los Derechos Humanos, en nuestros días), llevarlos a la superficie de la Verdad y de la Consciencia. Las gentes son tal y como las vemos, y es absurdo pensar que su verdadera condición es otra y que nos necesitan para reencontrarse con ese ser profundo que ha quedado soterrado por las ideologías, las manipulaciones y otras maldades del Capital o del Estado, nos sugiere Baudrillard.

También la llamada “crítica de la ideología» ha quedado en las mallas de la antigua racionalidad política. En “Crítica de la razón cínica», Sloterdijk denunciaba el círculo vicioso en que ese proceder, meramente “teorético», se movía sin cesar. Siempre criticamos la ideología adversa desde una ideología personal, propia, que no reconocemos como tal y que postulamos como “la verdad» o “la realidad». De ese modo, la crítica de la posición intelectual del otro deviene mero “comentario» o “glosa» de nuestra posición particular. Cada vez que los críticos socialistas o comunistas, por ejemplo, emprendían la denegación de las llamadas “ideologías burguesas» no hacían, en lo implícito, más que “recitar» y “reiterar» el texto marxista. En “El Orden del Discurso», Foucault acuñó una “moneda falsa» para designar ese método: el “principio del comentario». Y se refirió a esos relatos que no cesan de “comentarse» a sí mismos, de decirse una y otra vez, de cantarse y de celebrarse, aprovechando ese viaje por el texto del otro que nombramos “crítica de la ideología».

Volviendo la vista a la escuela quínica y a los modos de polemizar de Diógenes el Perro, Sloterdijk ha propuesto otra forma de entender la crítica. En ella, ya no se separaría al autor de su obra, al pensador de su pensamiento, a la persona de sus palabras. “Señalaría con el dedo», al gusto de Nietzsche, y practicaría, de modo descarado, la llamada “crítica ad hominen». Dando la espalda al teoricismo plomizo, a la asfixiante “argumentación lógica», a la estéril y esterilizante “búsqueda de contradicciones», este nuevo ejercicio crítico se solidarizaría con motivos que, hasta ahora, han gozado más bien de mala prensa: la ironía, el sarcasmo, la parodia, la burla, la sátira… Ilustrando su propia propuesta, Sloterdijk, en el capítulo que dedicara a la “crítica» de Althusser y del estructuralismo marxista, parte de la siguiente circunstancia, a la que da un papel central en su reflexión: el afamado filósofo y profesor comunista, que quiso enseñarnos a “leer El Capital», asesinó a Hélène, su compañera. Un femicida pretendía “des-alienarnos», “conscienciarnos» y contribuir, de ese modo, escribiendo libros y dando clases, al advenimiento del “Reino de la Libertad»…

Pertenece a la racionalidad política clásica el prejuicio de que la lucha política pasa por la “conversión” y “movilización” del otro, de un ciudadano afectado por alguna tara, por este o aquel “déficit”, por ciertos “velos”, siempre resueltos o superados, desde lo externo, por minorías ilustradas. La desistematización, fiel a su inspiración antipedagógica, parte, por el contrario, de la crítica de Bakunin, el ateólogo: no se requieren “yugos bienhechores” que nos caigan “desde arriba”, porque los hombres no son “menores de edad perpetuos” necesitados de esclarecimiento y de conducción eclesiástica, escolar o estatal.

2. Doble sentido de la expresión

De forma inmediata, el término sugiere que “somos el Sistema”, por lo que nuestra capacidad de crítica no debe dirigirse solo y siempre a entidades “externas” ya sobradamente desacreditadas (la Oligarquía, los Ricos, los de Arriba, la Burguesía,…). Somos el Sistema en cada acto de compra, de venta, de mando, de obediencia, de trabajo… Por eso, la lucha contra el Capital y el Estado puede empezar, precisamente, por nosotros mismos, que somos su territorio biológico: localizar y extirpar los puntos en los que el Sistema se encarnó en nosotros, se enquistó en nuestro corazón y en nuestro cerebro, se hizo hábito y rutina, se transmutó en deseo. Estamos “sistematizados” porque nos hemos convertido en la cifra “corporal” del Capitalismo: para saber en qué consiste basta con observarnos a lo largo del día.

En segundo lugar, estamos sistematizados porque nuestra vida cotidiana se resuelve en un “saltar de sistema en sistema”: sistema residencial, sistema de transporte, sistema escolar, sistema laboral, sistema comercial, sistema de salud, sistema de seguridad, sistema del ocio…

Cada sistema es un lugar de consumo casi inevitable y una instancia de supresión de nuestra autonomía. Porque se han dado experiencias históricas y sociales en las que las gentes, con la asistencia de la comunidad, se bastaban por sí mismas para construir sus viviendas, desplazarse de un lugar a otro, aprender, proveerse los medios de subsistencia, intercambiar bienes y favores, evitar la enfermedad, preservar la tranquilidad en el poblado, divertirse…

Cada sistema justifica y reproduce las “profesiones tiránicas” que hay detrás de él y a los técnicos y legisladores, todos pedagogizados, que lo diseñan y reforman. En los sistemas muere la libertad, porque es el hombre el que debe adaptarse a sus lógicas, horarios, dinámicas, productos, reglamentos… Nuestros días quedan definidos, en lo empírico, por la sucesión y combinación de ámbitos sistematizados que debemos transitar para cumplir cualquier objetivo. Es pues el Estado, con sus burocracias del bienestar social, el que ha diseñado nuestras jornadas, evaluando el impacto de los diferentes sistemas en nuestra subjetividad pesquisada.

Por ello, “desistematización” quiere decir, por un lado, confrontación con los aspectos del Capital y del Estado que, por habitar en nosotros, casi nos constituyen; evitación o reducción de las maneras en que nuestra cotidianidad reproduce el Capitalismo; supresión o atenuación del impulso a comprar-vender-mandar-obedecer-trabajar… Y, en su segunda acepción, sugiere una recuperación, individual y colectiva, de parcelas de nuestra autonomía, de nuestra libertad, que nos fueron robadas y regladas por la Administración: vivienda, educación, salud, movilidad, seguridad…

[Fragmento de un borrador. Materiales previos para el ensayo que estamos concibiendo en la actualidad: “En los tiempos de la protesta domesticada”. Fotografías tomadas en la comunidad “San José El Alsinat”, Guatemala. Territorios invadidos por familias sin-techo y asentamiento “viviendista” que lucha por su legalización. Desórdenes en las imágenes]

Pedro García Olivo
www.pedrogarciaolivo.wordpress.com
Buenos Aires, 8 de mayo de 2018

¿Eres la noche?

Para perdidos y reinventados

¿Eres la noche?

Para perdidos y reinventados